"DA MUCHA VERGÜENZA QUE TE CORTEN LA LUZ"
El Huffington Post | Por Marta Molina
Pobreza energética: cuando trabajas pero no puedes calentar tu casa
Lleva 14 años en Madrid. Antes de llegar a la capital, trabajó seis en Francia. No gana mucho menos que entonces, pero en el país vecino disfrutaba de reducciones y beneficios sociales que le hacían la vida más fácil. En España, los recortes se los aplica ella misma. El único radiador de la casa se enciende solo en días de muy baja temperatura. Maider y su hijo Jorge están acostumbrados a vestir con varias capas en invierno. Ella tiene 43 años, él nueve.
Madre e hijo aprovechan la vida todo lo que pueden. Maider asegura que ellos no son pobres. Pobre era Rosa, la anciana a la que cortaron la luz en Reus y murió en el incendio provocado por las velas con las que se alumbraba, justifica esta donostiarra. Maider y Jorge pertenecen a lo que ya se denomina clase media-baja energética. Y a la troupe de artistas nacionales, según se llama Maider a sí misma, porque, para hacer tanta pirueta con las cuentas, hay que tener ingenio o un master circense.
La situación de Maider y la de otros millones de ciudadanos como ella llega hoy al Congreso, que votará una moción del grupo de Unidos Podemos en la que se propone instar al Gobierno a prohibir a las empresas eléctricas cortes en el suministro energético sin consultar con los servicios sociales.
Maider y Jorge forman parte de la llamada clase media-baja energética
Maider trabaja como profesora de idiomas y prepara sus clases en el piso de 40 metros que alquila próximo a la Estación de Atocha en Madrid. Cada mañana se enfunda dos jerseys y se calza un poncho de alpaca. Usa guantes de lana para escribir, de esos que dejan las puntas de los dedos al descubierto, y entra en calor con sacos de semillas que calienta en el microondas y se coloca sobre el vientre.
España está repleta de artistas del calor unplugged (desenchufado). La Asociación de Ciencias Ambientales (ACA) denuncia que el 11% de los hogares en España, unos cinco millones de personas, se declara incapaz de mantener su casa a una temperatura adecuada. Entre los extremos, hay grises como el de Jorge y su madre.
Muchos de los afectados por la pobreza energética son gente con trabajo
Ellos son los grises: la clase media-baja de la que habla Maider. Aquella cuyos salarios cayeron siete puntos desde el inicio de la crisis, trabaja a tiempo parcial aunque preferiría ocho horas (el 63,4% según la OCDE), busca empleo y no lo encuentra (4.320.800 personas en la última EPA) y su factura eléctrica se complica y encarece cada vez más (la CNMC reconoce las dificultades del consumidor para interpretarla y sube más de un 8% en octubre, según el simulador de la factura de la luz del regulador, y un 76% desde que comenzara la crisis según Eurostat). Para ellos se creó el bono social, una medida anulada por el Supremo pero que el ministro de Energía, Álvaro Nadal, pretende recuperar con una modificación legislativa para que sean todas las comercializadoras, y no solo las cinco grandes, las que sostengan la rebaja.
Maider ingresa, como mucho, 1.400 euros mensuales por sus clases y extras puntuales de encargos administrativos. Debido a su perfil de freelance, la cantidad es distinta cada mes y hay algunos en que casi no es. Lleva una contabilidad exquisita y tiene registrados sus pagos de energía desde 2014, cuando empezó a trabajar como autónoma tras haberse quedado en paro. Sus cuentas sirven como gráfico de la evolución al alza de la electricidad. Este año lleva pagados 640 euros a Gas Natural Fenosa. Explica que del promedio de 70 euros mensuales que paga en electricidad, “20 o 22 corresponden a consumo, el resto son impuestos de las compañías eléctricas que los cargan a los consumidores con el beneplácito del Gobierno”.
CONSUMIDORES VULNERABLES
Madre e hijo son consumidores vulnerables. La Red europea de lucha contra la pobreza y la exclusión social (EAPN) dice que se da vulnerabilidad energética cuando las circunstancias personales de un individuo, combinadas con aspectos del mercado, crean situaciones de desprotección como, por ejemplo, la falta de mecanismos para garantizar el acceso a la energía y el agua como bienes de primera necesidad.
La ley catalana, pionera en España, hacía una definición de consumidor vulnerable e impedía cortes entre noviembre y marzo a quienes certificaran su condición desfavorecida con un informe de Servicios Sociales e ingresos inferiores a 10.300 euros anuales, en el caso de una familia de tres miembros. Las deudas no se condonaban sino que se aplazaban. El Ayuntamiento de París tiene una legislación idéntica en cuanto a desahucios: los prohíbe entre los meses de noviembre a marzo.
El 6% de los ciudadanos, 2,6 millones, dedica más del 15% de los ingresos familiares al pago de las facturas de energía, según datos recogidos por la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA). Otro de los indicadores utilizados en el estudio cifra en un 7% los hogares españoles en situación de pobreza energética, son los mismos cuyos ingresos están por debajo de la renta mínima de inserción (400 euros). Casi cinco millones de ciudadanos en España apenas tiene con qué vivir una vez pagados los gastos de hogar y energía.
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